Aquí les trascribo un testimonio real de una consultante con vaginismo y que quiso compartir su experiencia para que otras mujeres se animen a intentar cambiar su vida sexual.
Me llamo Marina, tengo 35 años. Me da vergüenza decir que tuve mi primera relación sexual a esta edad pero también un orgullo el haber logrado algo que pensé que jamás se iba a dar en mí. No sé cuando empecé a darme cuenta que la sexualidad también era algo mío, como lo es el comer, dormir o ir al baño, lo que si me acuerdo es que eso “estaba prohibido para mi” hasta “después que me casara”. Y así pasó: después de casada intenté iniciarme sexualmente como es lo lógico para consumar el matrimonio y ahí pude reconocer después de mucho, que las excusas y postergaciones para concretar una relación sexual no eran más que las respuestas a un problema que me negaba aceptar. Preocupados por la situación de no poder consumar el matrimonio y sobre todo, por el paso del tiempo y las presiones de nuestro entorno que preguntaban para cuando los hijos, mi marido me apoyó mucho e investigó acerca de mi problema. Fue así que me hice socia de un club virtual donde descubrí que había chicas que al igual que yo, padecían vaginismo. Este grupo me sirvió mucho no solo para compartir experiencias e información sino para alentarme a acceder a una consulta médica. Me acuerdo que la primera vez que concurrí a la consulta, no tenía muchas expectativas de poder lograr solucionar mi problema, creo que me dejé llevar y pensé : “voy a probar a ver que tal”. Y lo mismo pasó con las sesiones que tuve que iniciar: seguí al pie de la letra las indicaciones de ejercicios, ese era mi objetivo, poder hacer el ejercicio, que seguramente me llevaría a buenos resultados. Cuando logré introducir un simple sorbete, y aspirar aire y expulsarlo y verme en un espejo como los músculos los podía manejar, fue toda una sorpresa y me alentó a seguir adelante. Así, pude introducir lentamente un dedo, luego dos , hasta que probé con un objeto fálico (una zanahoria del tamaño de un pene) y también pude, inspirando y expirando. Juro que sólo sentí una pequeña molestia, pero para nada dolor y el saber que yo lo podía manejar, me hizo introducirla hasta donde yo quisiera y sacarla cuando yo también lo dispusiera. Esto me sirvió para darme cuenta que ya me encontraba en condiciones de probar con el pene y tener mi primera relación sexual. Y no sólo de esta manera pude concretar mi matrimonio sino también que hasta me sentí tan plena por haber solucionado mi problema que me animé a tener algunas aventuras extras, hecho que me sirvió de experiencia solamente. Hoy, puedo culminar este testimonio diciendo que el haber seguido las indicaciones de la doctora y el ser constantes en los mismos, aunque sintiera molestia pero pensando que lo iba a lograr, hicieron que mi matrimonio se reforzara y esté a la fecha, esperando un bebé.